Después de más de cuarenta años
en que el Imperialismo pusiera en práctica la Doctrina de la Seguridad
Nacional, a fin de combatir en contra de los movimientos insurgentes en América
Latina, luego de haber desestabilizado El Salvador a fin de derrocar al
Presidente Manuel Zelaya por la vía del “Golpe institucional”, probó igual
suerte con Paraguay con el procesamiento y destitución de Lugo, desestabilizó
al gobierno de Dillma Rouseff y alimentó a la derecha reaccionaria detrás del
criminal separatismo, como en Bolivia, cuyo gobierno, desde sus inicios, fue
condenado por el Imperialismo patrocinando y financiando a la burguesía
agroindustrial y terrateniente del oriente boliviano con el objeto de poner fin
a su gobierno, así como el inicio de la desestabilización del gobierno de los
Kirchner en Argentina, Ecuador, Nicaragua y finalmente, Venezuela con el
indisimulado objetivo de apoderarse de sus riquezas petroleras, así como
organizó, financió y armó a DAESH para apoderarse
del petróleo de Siria, proyecto que fracasó, no por la falta de brutalidad
desarrollada por los fundamentalistas que arremetieron no solo contra la
población civil y la herencia cultural del pueblo Sirio o de la humanidad, sino
a la decidida acción militar de Rusia y China (en el contexto de la lucha por
la hegemonía mundial), de Irán, Hezbolla
y otros movimientos populares armados del pueblo de Irak.
La Revolución Cubana, ha sido
la última experiencia revolucionaria resuelta por la vía de las armas en contra
de la derecha reaccionaria heredada de la dictadura batistiana patrocinada por
el Imperialismo yanqui, hecho que no pudo concretarse en Nicaragua ni en el
Salvador (debido a la capitulación, la traición y por la infiltración del
enemigo de clase). La derrota de gobierno socialista de Salvador Allende, fue
el último capítulo antes del ciclo de las dictaduras militares que tanto dolor
y sangre costaron a las aspiraciones revolucionarias del pueblo latinoamericano
que nos hizo comprender definitivamente que el Imperialismo no estaba dispuesta
a permitir que en su propio “patio trasero” emergiera la democracia popular (la
revolución pacífica es inviable en el contexto de la lucha de clases).
Nosotros sostuvimos, desde un
principio que el llamado “Socialismo del Siglo XXI” preconizado por el desertor
Dieterich y puesto en practica por Hugo Chávez, no era más que la
exteriorización del sentimiento que pretendía reproducir en Venezuela, lo que
en el siglo XXVII fuera la gesta libertaria de Simón Bolívar, que si bien
expulsó al colonialismo español de América Latina, no hizo la Revolución para
los indios, ni mestizos, sino para los
criollos que terminaron por establecer regímenes que continuaron las relaciones
de producción feudal y colonial sometiendo a los indios a la peor explotación, marginándolos
de toda forma de participación en la instancias de la estructura del viejo Estado,
de la misma manera que excluyó a los artesanos y a los intelectuales
mestizos. El “Socialismo del Siglo XXI”,
no fue un proyecto político que tuviera como base a la doctrina revolucionaria
del marxismo leninismo, menos el reconocimiento del papel protagónico de los
obreros y de la fuerza fundamental de la revolución (los campesinos pobres), ni
en los soldados revolucionarios. Por eso, al igual que el “masismo”
(ultrarevolucionarios de palabra y ultraconservadores en los hechos), no basó
su fuerza en los trabajadores y sus sindicatos ni en los campesinos pobres, sino
en las denominadas “organizaciones sociales” como contrafuerte sobre el que
pretendió edificar su base social.
Las acciones de Hugo Chavez, no
corrigieron a tiempo los riesgos del
advenimiento del populismo como la peor forma de expresión del Socialismo del
Siglo XXI negadora de la lucha de clases, abriendo profundas brechas en la
clase media y los intelectuales que terminaron siendo cooptados por la derecha
reaccionaria. La Revolución no puede hacerse desde arriba, ni por decreto, aunque
así estuviera dispuesta en la propia Constitución Política del Estado, porque
la Revolución es el derrocamiento de las clases dominantes del poder político
del Estado burgués, por parte de los trabajadores junto a los campesinos pobres
y el pueblo bajo la dirección de un Partido de clase marxista leninista y
de nuevo tipo, y de ninguna manera puede
ser obra de unos cuantos iluminados o elitistas de la pequeña burguesía sobre
la base de teorías erráticas (Socialismo del Siglo XXI) y nada menos sobre las
espaldas del pueblo y a su nombre (populismo).
Nicolás Maduro, no tiene el
carisma y la idoneidad de Hugo Chávez, menos el nexo afectivo que tuviera con
las Fuerzas Armadas ni con el pueblo. Ha caído con facilidad en las
provocaciones de la derecha reaccionaria y no ha sabido avanzar en el proceso
de construcción de un nexo político que lo vinculara con el pueblo, que en
realidad ha estado ausente del ejercicio del Poder político y solo se ha
limitado a recibir pasivamente los beneficios del populismo que en la era
chavista ya había comenzado a mostrar
sus debilidades. Ni remotamente Maduro percibe la necesidad de construir órganos
de poder popular para avanzar, y contrariamente de manera peligrosa está por
ilegalizar al Partido Comunista de Venezuela.
El problema causado por la
aprobación de las Sentencias Constitucionales 155 y 156 de 28 y 29 de marzo,
que estaba dirigida a sancionar los actos ilegítimos del parlamento venezolano
fundados en la mayoría creada sobre el reconocimiento e incorporación a la
bancada opositora de tres diputados de la Amazonía, para hacer lo que llaman la
“super-mayoría” con el propósito de terminar defenestrando a Maduro “por la vía
institucional”, y en las actuales circunstancias, utilizar esa fraudulenta
mayoría para frenar los desesperados intentos de Maduro para reasumir control
sobre la situación, son, en realidad, un acto de sedición que pone al Parlamento venezolano, al margen
de la legalidad y en puridad, asumiendo la forma de un “conflicto” de Poderes, desnudando
que solo es un nuevo engranaje de la maquinaria desestabilizadora que utiliza
la reacción y el Imperialismo. Maduro cayó en la trampa y la provocación de la
derecha mas reaccionaria que ya no dará
marcha atrás. ¡La bestia servil al imperialismo, está cebada en la carne del
pueblo y está buscando desatar más violencia y más muertos para justificar la
aplicación del Art. 20 de la Carta Democrática de la Administración de las
Colonias del Imperialismo en Sudamérica, detrás de la que está la intervención
militar de los EE.UU. dizque con el objeto de “pacificar” y “devolver la
institucionalidad democrática” a
Venezuela, como pretexto para apoderarse de sus riquezas petroleras, que
es la verdadera razón que impulsa los nefastos intereses imperialistas: el
asalto de los recursos naturales de America Latina.
La OEA es una simple
repartición del Imperialismo, una comisaria para imponer a sus neocolonias conductas internacionales de buen
comportamiento y así garantizar el
quieto y pacífico disfrute de los beneficios del Poder para la servil oligarquía
sudamericana. El Imperialismo
norteamericano y la oligarquía venezolana, ya ha invertido millones de dólares
en su intentona desestabilizadora; quiere recuperar sus inversiones y no cejará
hasta que Maduro caiga y con él sean destruidas la conquistas que han
conseguido los pobres de Venezuela y se devuelvan a los ricos venezolanos
algunos de sus privilegios y el Poder de
dominación para que sigan disfrutando de sus beneficios mientras el pueblo sea
perseguido y masacrado en las calles.
La derecha no cree en la
democracia ni en el voto popular cuando ya no sirve a sus intereses de clase, y
está convencida que el período del hambre al que ha sometido al pueblo venezolano
(los bolivianos conocimos en el período del desmoronamiento de la UDP provocada
por el Imperialismo y la oligarquía) llevará el cauce electoral del descontento
que provocaron, a sus molinos para entronizar como en Argentina, un gobierno de
la ultradederecha enemigo de los trabajadores y del pueblo (responsabilidad de
la que el populismo krichneriano tendrá que responder algún día a su pueblo).
Por
eso, no servirá para nada el retroceso de Maduro, con la devolución de las
competencias por parte de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia a la Asamblea Nacional, porque hace rato que ya ha perdido la iniciativa política
y dejó de controlar la crisis provocada por la reacción y el imperialismo.
Consideramos
que ya no se debe seguir castigando al pueblo venezolano que está siendo
empujado al despeñadero por sus enemigos, que son los mismos de todos los
trabajadores y pueblos del tercer mundo.
Es hora de poner punto final de manera resuelta y revolucionaria a la
aventura golpista y desestabilizadora provocada por la reacción y el
imperialismo yanqui, que más temprano que tarde ha de bañar de sangre al pueblo
venezolano. Por eso, hay que detener a todo trance los afanes intervencionistas
del imperialismo que pretende establecer su domino totalitario y absoluto junto
al accionar de su Estado títere de Colombia (OTAN), de los demás gobiernos
serviles y su comisaria de las neocolonias: la OEA.
El Partido Comunista de Bolivia
(R), considera que los trabajadores y el pueblo venezolano deben consumar la ruptura revolucionaria de la
situación de crisis provocada por la reacción y el imperialismo yanqui en
Venezuela, superando los límites y errores del Socialismo del Siglo XXI que
degeneró en populismo, radicalizando el proceso político dándole un verdadero carácter
socialista fundado en el marxismo leninismo (única ideología todopoderosa de
los trabajadores bajo la conducción de un Partido Comunista), un Frente
político que aglutine a los trabajadores y pobres de las ciudades y del campo,
y la constitución de un verdadero y poderoso Ejército Popular bajo el mando y guía del
Partido, y de esta manera transitar
hacia el verdadero Socialismo Científico en transición hacia el comunismo, sustituyendo
al viejo y podrido Estado burgués que aún se mantiene en pie (a pesar de la Constitución
Bolivariana) por un nuevo Estado, derrotando por todos los medios junto a
las masas, a la reacción y el
imperialismo yanqui, al intervencionismo y la injerencia en los asuntos internos
del pueblo de Venezuela.
Si no se actúa a tiempo, la
violencia fascista sembrará muerte, desolación, destrucción y miseria en contra de los trabajadores y el pueblo de Venezuela, y todo será posible
para la reacción y el imperialismo y su Estado títere de Colombia y demás gobiernos
serviles de América Latina y el imperialismo de la Unión Europea.
¡POR NUESTRA CLASE Y NUESTRO PUEBLO, LA REBELION SE JUSTIFICA!
¡MUERA LA REACCION Y EL IMPERIALISMO YANQUI!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!
P. el Secretariado
Partido Comunista de Bolivia (r)
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