martes, 4 de abril de 2017

NUESTRA POSICIÓN FRENTE A LA CRISIS DE VENEZUELA



Después de más de cuarenta años en que el Imperialismo pusiera en práctica la Doctrina de la Seguridad Nacional, a fin de combatir en contra de los movimientos insurgentes en América Latina, luego de haber desestabilizado El Salvador a fin de derrocar al Presidente Manuel Zelaya por la vía del “Golpe institucional”, probó igual suerte con Paraguay con el procesamiento y destitución de Lugo, desestabilizó al gobierno de Dillma Rouseff y alimentó a la derecha reaccionaria detrás del criminal separatismo, como en Bolivia, cuyo gobierno, desde sus inicios, fue condenado por el Imperialismo patrocinando y financiando a la burguesía agroindustrial y terrateniente del oriente boliviano con el objeto de poner fin a su gobierno, así como el inicio de la desestabilización del gobierno de los Kirchner en Argentina, Ecuador, Nicaragua y finalmente, Venezuela con el indisimulado objetivo de apoderarse de sus riquezas petroleras, así como organizó, financió y armó a DAESH  para apoderarse del petróleo de Siria, proyecto que fracasó, no por la falta de brutalidad desarrollada por los fundamentalistas que arremetieron no solo contra la población civil y la herencia cultural del pueblo Sirio o de la humanidad, sino a la decidida acción militar de Rusia y China (en el contexto de la lucha por la hegemonía mundial), de  Irán, Hezbolla y otros movimientos populares armados del pueblo de Irak. 

La Revolución Cubana, ha sido la última experiencia revolucionaria resuelta por la vía de las armas en contra de la derecha reaccionaria heredada de la dictadura batistiana patrocinada por el Imperialismo yanqui, hecho que no pudo concretarse en Nicaragua ni en el Salvador (debido a la capitulación, la traición y por la infiltración del enemigo de clase). La derrota de gobierno socialista de Salvador Allende, fue el último capítulo antes del ciclo de las dictaduras militares que tanto dolor y sangre costaron a las aspiraciones revolucionarias del pueblo latinoamericano que nos hizo comprender definitivamente que el Imperialismo no estaba dispuesta a permitir que en su propio “patio trasero” emergiera la democracia popular (la revolución pacífica es inviable en el contexto de la lucha de clases). 

Nosotros sostuvimos, desde un principio que el llamado “Socialismo del Siglo XXI” preconizado por el desertor Dieterich y puesto en practica por Hugo Chávez, no era más que la exteriorización del sentimiento que pretendía reproducir en Venezuela, lo que en el siglo XXVII fuera la gesta libertaria de Simón Bolívar, que si bien expulsó al colonialismo español de América Latina, no hizo la Revolución para los indios, ni mestizos, sino para  los criollos que terminaron por establecer regímenes que continuaron las relaciones de producción feudal y colonial sometiendo a los indios a la peor explotación, marginándolos de toda forma de participación en la instancias de la estructura del viejo Estado, de la misma manera que excluyó a los artesanos y a los intelectuales mestizos.  El “Socialismo del Siglo XXI”, no fue un proyecto político que tuviera como base a la doctrina revolucionaria del marxismo leninismo, menos el reconocimiento del papel protagónico de los obreros y de la fuerza fundamental de la revolución (los campesinos pobres), ni en los soldados revolucionarios. Por eso, al igual que el “masismo” (ultrarevolucionarios de palabra y ultraconservadores en los hechos), no basó su fuerza en los trabajadores y sus sindicatos ni en los campesinos pobres, sino en las denominadas “organizaciones sociales” como contrafuerte sobre el que pretendió edificar su base social.  

Las acciones de Hugo Chavez, no corrigieron a tiempo  los riesgos del advenimiento del populismo como la peor forma de expresión del Socialismo del Siglo XXI negadora de la lucha de clases, abriendo profundas brechas en la clase media y los intelectuales que terminaron siendo cooptados por la derecha reaccionaria. La Revolución no puede hacerse desde arriba, ni por decreto, aunque así estuviera dispuesta en la propia Constitución Política del Estado, porque la Revolución es el derrocamiento de las clases dominantes del poder político del Estado burgués, por parte de los trabajadores junto a los campesinos pobres y el pueblo bajo la dirección de un Partido de clase marxista leninista y de  nuevo tipo, y de ninguna manera puede ser obra de unos cuantos iluminados o elitistas de la pequeña burguesía sobre la base de teorías erráticas (Socialismo del Siglo XXI) y nada menos sobre las espaldas del pueblo y a su nombre (populismo). 

Nicolás Maduro, no tiene el carisma y la idoneidad de Hugo Chávez, menos el nexo afectivo que tuviera con las Fuerzas Armadas ni con el pueblo. Ha caído con facilidad en las provocaciones de la derecha reaccionaria y no ha sabido avanzar en el proceso de construcción de un nexo político que lo vinculara con el pueblo, que en realidad ha estado ausente del ejercicio del Poder político y solo se ha limitado a recibir pasivamente los beneficios del populismo que en la era chavista ya  había comenzado a mostrar sus debilidades. Ni remotamente Maduro percibe la necesidad de construir órganos de poder popular para avanzar, y contrariamente de manera peligrosa está por ilegalizar al Partido Comunista de Venezuela.

El problema causado por la aprobación de las Sentencias Constitucionales 155 y 156 de 28 y 29 de marzo, que estaba dirigida a sancionar los actos ilegítimos del parlamento venezolano fundados en la mayoría creada sobre el reconocimiento e incorporación a la bancada opositora de tres diputados de la Amazonía, para hacer lo que llaman la “super-mayoría” con el propósito de terminar defenestrando a Maduro “por la vía institucional”, y en las actuales circunstancias, utilizar esa fraudulenta mayoría para frenar los desesperados intentos de Maduro para reasumir control sobre la situación, son, en realidad, un acto de sedición  que pone al Parlamento venezolano, al margen de la legalidad y en puridad, asumiendo la forma de un “conflicto” de Poderes, desnudando que solo es un nuevo engranaje de la maquinaria desestabilizadora que utiliza la reacción y el Imperialismo. Maduro cayó en la trampa y la provocación de la derecha mas reaccionaria que  ya no dará marcha atrás. ¡La bestia servil al imperialismo, está cebada en la carne del pueblo y está buscando desatar más violencia y más muertos para justificar la aplicación del Art. 20 de la Carta Democrática de la Administración de las Colonias del Imperialismo en Sudamérica, detrás de la que está la intervención militar de los EE.UU. dizque con el objeto de “pacificar” y “devolver la institucionalidad democrática” a  Venezuela, como pretexto para apoderarse de sus riquezas petroleras, que es la verdadera razón que impulsa los nefastos intereses imperialistas: el asalto de los recursos naturales de America Latina.

La OEA es una simple repartición del Imperialismo, una comisaria para imponer a sus neocolonias conductas internacionales de buen comportamiento y así garantizar el quieto y pacífico disfrute de los beneficios del Poder para la servil oligarquía sudamericana.  El Imperialismo norteamericano y la oligarquía venezolana, ya ha invertido millones de dólares en su intentona desestabilizadora; quiere recuperar sus inversiones y no cejará hasta que Maduro caiga y con él sean destruidas la conquistas que han conseguido los pobres de Venezuela y se devuelvan a los ricos venezolanos algunos de sus privilegios  y el Poder de dominación para que sigan disfrutando de sus beneficios mientras el pueblo sea perseguido y masacrado en las  calles.

La derecha no cree en la democracia ni en el voto popular cuando ya no sirve a sus intereses de clase, y está convencida que el período del hambre al que ha sometido al pueblo venezolano (los bolivianos conocimos en el período del desmoronamiento de la UDP provocada por el Imperialismo y la oligarquía) llevará el cauce electoral del descontento que provocaron, a sus molinos para entronizar como en Argentina, un gobierno de la ultradederecha enemigo de los trabajadores y del pueblo (responsabilidad de la que el populismo krichneriano tendrá que responder algún día a su pueblo).

Por eso, no servirá para nada el retroceso de Maduro, con la devolución de las competencias por parte de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia a la Asamblea Nacional, porque hace rato que ya ha perdido la iniciativa política y dejó de controlar la crisis provocada por la reacción y el imperialismo. 

Consideramos que ya no se debe seguir castigando al pueblo venezolano que está siendo empujado al despeñadero por sus enemigos, que son los mismos de todos los trabajadores y pueblos del tercer mundo.  Es hora de poner punto final de manera resuelta y revolucionaria a la aventura golpista y desestabilizadora provocada por la reacción y el imperialismo yanqui, que más temprano que tarde ha de bañar de sangre al pueblo venezolano. Por eso, hay que detener a todo trance los afanes intervencionistas del imperialismo que pretende establecer su domino totalitario y absoluto junto al accionar de su Estado títere de Colombia (OTAN), de los demás gobiernos serviles y su comisaria de las neocolonias: la OEA.

El Partido Comunista de Bolivia (R), considera que los trabajadores y el pueblo venezolano  deben consumar la ruptura revolucionaria de la situación de crisis provocada por la reacción y el imperialismo yanqui en Venezuela, superando los límites y errores del Socialismo del Siglo XXI que degeneró en populismo, radicalizando el proceso político dándole un verdadero carácter socialista fundado en el marxismo leninismo (única ideología todopoderosa de los trabajadores bajo la conducción de un Partido Comunista), un Frente político que aglutine a los trabajadores y pobres de las ciudades y del campo, y la constitución de un verdadero y poderoso Ejército Popular bajo el mando y guía del Partido, y de esta  manera transitar hacia el verdadero Socialismo Científico en transición hacia el comunismo, sustituyendo al viejo y podrido Estado burgués que aún se mantiene en pie (a pesar de la Constitución Bolivariana) por un nuevo Estado, derrotando por todos los medios junto a las  masas, a la reacción y el imperialismo yanqui, al intervencionismo y la injerencia en los asuntos internos del pueblo de Venezuela.

Si no se actúa a tiempo, la violencia fascista sembrará muerte, desolación, destrucción y  miseria en contra de los trabajadores  y el pueblo de Venezuela, y todo será posible para la reacción y el imperialismo y su Estado títere de Colombia y demás gobiernos serviles de América Latina y el imperialismo de la Unión Europea.

¡POR NUESTRA CLASE Y NUESTRO PUEBLO, LA REBELION SE JUSTIFICA! 
¡MUERA LA REACCION Y EL IMPERIALISMO YANQUI!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

P. el Secretariado 
Partido Comunista de Bolivia (r)


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