Históricamente las Fuerzas
Armadas, son el instrumento de represión de la clase dominante. No hubiera sido
posible que, en la sociedad primitiva, una clase imponga a las demás su
voluntad, si no hubiera contando con un instrumento de fuerza para someter a
las otras clases a sus condiciones de dominación. Para eso, se crearon las
Fuerzas Armadas.
Cuando se creó el Estado,
hubo necesidad de crear un instrumento de fuerza que sirviera para imponer la
validez de la voluntad de la clase dominante erigida en Ley. De nada hubiera
valido el Estado, si no tuviese, como atributo, la posibilidad de imponer su voluntad
dominante por medio de la fuerza institucionalmente administrada. Para cumplir
con su misión de dominación, es decir, del uso de la fuerza institucional, las
Fuerzas Armadas debían tener una estructura vertical, de mando de arriba abajo,
de mando y obediencia.
Curiosamente, la única
institución del Estado que ha logrado eludir los principios de la democracia,
son las Fuerzas Armas. La doctrina de esta institución, se basa en el
acatamiento sin reservas de las órdenes de mando. Por eso, las Fuerzas Armadas
no deliberan. La deliberación pondría en peligro la seguridad del Estado creado
según las necesidades de la clase dominante y sobre todo, pondría en entredicho
la verticalidad y la estructura militar del mando y la obediencia.
Las Fuerzas Armadas, han
sido desde siempre, el refugio de la clase dominante vinculada con privilegios
de clase. Por eso fueron y son racistas y discriminadores. La tropa, formada
por soldados, sargentos y suboficiales, entre otros, proviene en su mayor parte
del campo, igual que la mayor parte de los obreros bolivianos. Son indígenas.
Por eso, el racismo y la discriminación de los oficiales de carrera, hace notar
el origen de clase vinculado con el mando de tropa: los blancos o blancoides
que mandan y los indígenas y mestizos que obedecen. No hace mucho que en este
gobierno, el Colegio Militar abrió sus puertas a algunos indígenas; pero no los
incorporó con sus valores culturales, sino que los sometió a la estructura
clasista y los alienó. Estos indígenas, han dejado de ser indígenas, para pasar
a ser Oficiales de las Fuerzas Armadas. Los actos de protesta protagonizados
por algunos de estos están originados en este factor. Ellos no entienden cómo,
siendo ellos mayoría (pretendidamente mayoría) deben estar bajo el mando de una
minoría ajena a su cultura y a su color de piel.
Hemos dicho que las Fuerzas
Armadas por naturaleza son verticalistas y dentro de ellas, hay una estructura
jerárquica que garantiza el cumplimiento de sus objetivos institucionales y así
va a continuar siendo; porque el respeto a las jerarquías, es un requisito al
acatamiento de las estructuras de mando militar.
Dentro de las Fuerzas
Armadas del Estado burgués, no hay democracia y no puede haberla. Es cierto que
ya no estamos en tiempos de los gamonales y nuestras Fuerzas Armadas que no son
triunfalistas, no pueden conservar el racismo y la discriminación de tiempos
caducos. Los soldados, sargentos y suboficiales deben ser tratados con
dignidad, desterrándose la represión, los castigos y sanciones degradantes que
se producen en forma vertical por el solo hecho de tener extracción campesina y
popular. El respeto mutuo, y no la amenaza de la violencia discriminadora, debe
ser el medio para el respeto de la jerarquía y el mando militar.
Nosotros creemos que las
Fuerzas Armadas deben ser profesionales y el servicio militar, voluntario que
dure tres años, al cabo de los cuales, los soldados podrán ser licenciados con
un título de técnico medio, simultáneamente con la instrucción militar, con
posibilidad de seguir estudios en niveles superiores de licenciatura. Los soldados recibirían un suelto y no un
“socorro”. Esto atraería a jóvenes de la clase media y posibilitaría que
produzca una vinculación creativa con la juventud del campo e intercambiaríamos
valores para cumplir la tarea olvidada del nacionalismo revolucionario; la
creación de la idiosincrasia nacional.
Por de pronto, me cabe
indicar que en las únicas Fuerzas Armadas de la historia en donde los soldados estaban
agremiados, deliberaban y tenían la posibilidad de elegir a sus comandantes,
fue el Ejército Rojo de la ex Unión
Soviética, que, basados en la disciplina conscientes, lograron salir
victoriosos de dos contiendas: la Primera y la Segunda
Guerras Mundiales. Pero eso no se logró en base a voluntarismos, sino que fue
consecuencia de una Revolución Social.
JUAN GARCÍA BARAÑADO.
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