La lucha dentro de la COB por romper su estructura
clasista, se ha iniciado desde la fundación de la COB misma en el 17 de abril
de 1952, en que, como consecuencia de la preeminencia de las fracciones
reformistas alimentados desde MNR, se la logró mediatizar durante 6 largos
años, impidiendo que las masas pudieran madurar al calor de los acontecimientos
sociales que fueron la levadura de los acontecimientos del 9 de abril del 52.
El artífice de la partidización de la COB y de su utilización como comando
laboral del MNR, fue Juan Lechín. El famoso co-gobierno MNR-COB, fue una trampa
a la que fueron conducidas las masas por obra y gracia del Rasputín del
sindicalismo boliviano. Los motivos que tenía este acomodaticio líder, fue sin
duda de carácter personal, buscando acomodos políticos relacionados a la lucha
de las cúpulas del movimientismo por la sucesión presidencial. No haber logrado por las vías de la “democracia”
interna del MNR, que la COB se convirtiera en “su” partido para utilizar el
contrapeso de las organizaciones de trabajadores en los conflictos intestinos
del MNR, cuando el movimientismo ya
había entrado en procedo de descomposición a partir del reconocimiento de su
incapacidad para llevar al movimiento obrero hacia otra cosa que no fuera el
nacionalismo revolucionario, le llevó a fundar su propio Partido: el PRIN.
El PCB que aun no había entrado en su proceso de
descomposición y el POR, impidieron que la COB se convierta en el soñado
partido. El PRIN difuminado entre las sombras del emenerrismo y el anarco-trostkismo,
no logró que se obligara a la COB, a jugar el rol de colchón de amortiguación,
de intermediación entre los conflictos sociales emergentes y las direcciones
políticas reaccionarias del MNR que les
alejaban cada día de las viejas consignas de los días previos abril del 52 y de
la Tesis de Pulacayo. A pesar de su
origen y sus vinculaciones con la COB, el PRIN estaba empequeñecido como
consecuencia de no haber podido arrastrar detrás de su aventura, al grueso de
las masas obreras y populares ni alcanzó a jugar el rol de la “izquierda
nacional” del MNR, frente a la derecha feudal arrinconada y derrotada como
consecuencia de la Nacionalización de Minas y la Reforma Agraria que les habían
despojado de los dos pilares de su poder económico. Todos los gobiernos, incluso el propio Hernán
Siles, lucharon por transformar a la COB en su propio instrumento, e incluso,
al no haber podido haberlo conseguido, pretendió crear la COBUR, como organismo
paralelo. Solo la madurez de las masas y las direcciones consecuentes,
impidieron que esta maniobra se consumara. Contra esta corriente clasista de la
COB, surgieron desde 1965, las corrientes a contrapelo de la corrientes
socialista de la mayoría de los sindicatos obreros, algunas organizaciones de
composición de clase media, políticamente débiles, que pretendieron
discutir su naturaleza clasista y
lucharon por abrir la estructura orgánica, a las corrientes tradeunionista del
sindicalismo libre buscando entregar la dirección de la COB a organizaciones
gremiales y campesinas basados en su simple mayoría numérica, sin
consideraciones de orden político. Para esta corriente y los resabios del
nacionalismo revolucionario, seguramente eran unan amenaza el surgimiento de
tendencias que buscaron soldar el movimiento obrero, con los movimientos que
asomaban en el mapa político de América Latina, buscando el Poder por la vía de
la acción armada. Por otro lado, ya la llamada Tesis Socialista de 1972, era un
severo anuncio de la clase trabajadora que pretendía jugar su rol articulador
en dirección a la construcción de un programa socialista,, alejándose de las
corrientes pequeño burguesas del nacionalismo revolucionario que pervivía en
algunas organizaciones políticas, visión que constituía una verdadera amenaza
que desestabilizaría el predominio imperialista en la Región, predominio que
había sido puesto en cuestionamiento por la Revolución Cubana y sus
repercusiones en Guatemala, el Salvador y Nicaragua. El proletariado minero,
como vanguardia del proletariado boliviano, tiene una profunda vocación de
lucha. Por otro lado, la COB es una de
las pocas organizaciones de trabajadores a nivel mundial que conserva la unidad
nacional del movimiento de trabajadores y se constituyó no solo en el portavoz
de los trabajadores, sino de varias organizaciones de clase media, como los
estudiantes, los universitarios y los jubilados que habían perdido su cualidad
intrínseca como trabajadores activos. Por esto, en muchos períodos de crisis
sociales, ha sido el único interlocutor válido frente al Estado, por encima de los conflictos internas de los
partidos de la propia izquierda. Por eso, no solo los gobiernos, sino las
organizaciones políticas de origen pequeño burgués, han pensado que era
necesario someter a la COB a la línea de la democracia burguesa funcional a sus
intereses. De esa forma, la COB ha sido objeto de todo tipo de recursos
tendentes a romper su orientación revolucionaria, el predominio de la izquierda
revolucionaria y el pensamiento marxista leninista. Gracias a los amarres y las
mediaciones, pudo sobrevivir Lechín por largos a la cabeza del movimiento
obrero y con posterioridad, algunos de sus leales acólitos, como Víctor López,
lograron sobre vivir en una dirección lechinista, sin Lechín.
En el curso de las conclusiones del XV Congreso de la
COB llevado a cabo en Tarija, algunos trabajadores que no han sido claros
precisamente en su conducta política, como Jaime Solares, aliado con la
Federación de Trabajadores Mineros Asalariados y los Maestros Rurales de La
Paz, han propuesto, como una de las conclusiones de la Comisión Política, la
necesidad de la creación de un Instrumento Político que sea propio de los
trabajadores, del que seguramente la COB será una de sus instancias orgánicas.
Que parecido al IPSP del masismo, instrumento del que posteriormente, no solo entraron a formar parte de ella las
organizaciones sociales afines como cocaleros colonizadores, etc, sino que también fueron cooptados sindicatos y
federaciones e incluso algunas CODES y CORES, al margen de la cooptación de
dirigentes de algunas organizaciones políticas. Esta estrategia antipartido,
logró desvincular a la dirección del partido y los incorporó como
individualidades al proyecto populista, sin permitir que las organización políticas a las que pertenecían, pudieran
incorporar sus propias visiones políticas programáticas en las acciones de
gobierno. Todos sabemos que no fue gracias a su arrepentimiento que Pedro se desvinculó del MAS, sino como consecuencia
de los escándalos del gasolinazo, caso contrario, la COB hubiera pasado a ser una “organización social más” y Pedro Montes,
un militante del partido oficialista.
Las maniobras de algunos sectores “mayoritarios” que incluso se
consideran “más productivos que los mineros”, como los campesinos y los
gremiales, o numéricamente más importantes, como los propios campesinos, los
gremiales o los maestros rurales penetrados por al pachamamismo masista, son
también parte de esta quinta columna que pretende penetrar en la COB para
destruirla desde adentro.
La tendencia a organizar un partido de los
trabajadores desde la COB, conlleva graves peligros. Para empezar, el “Partido”,
tiene naturaleza clasista, refleja
intereses de clase; pero el Partido revolucionario, además de ser una expresión
clasista de la política, como expresión
clasista de la lucha de clases, además de comprender los intereses de la clase
trabajadora, de por sí es amplia y está
compuesto por varias clases sociales y estamentos, bajo la dirección política e
ideológica del proletariado que se constituye en su vanguardia, pero además de
reflejar los intereses de la clase trabajadora, refleja también los intereses de
las demás clases que se subordinen al
programa y a la dirección de la clase trabajadora. El Partido que pretenden
organizar los neo-marxistas o los acólitos de escuelas que propalan el discurso
del fin de la historia y la superación del marxismo en todas sus variables,
indigenistas, socialistas de siglo XXI y otras corrientes revisionistas y anti-obreras,
busca crear un instrumento político neutralizado por el peso numérico de la
clase media y del campesinado, es decir,
mediatizado por el peso numérico de la burguesía urbana y rural y el lumpen
proletariado. Creen la teoría jukuyamista que, terminada la historia y superado
el marxismo, no queda lugar para el Partido Revolucionario y que, en
consecuencia, cualquier resquicio es bueno para la cooperación de clases, para
dar fin con el sindicalismo revolucionario y soldarse con proyectos vinculados con
el capitalismo humanizado. El Partido Revolucionario, debe ser una estructura
abierta, proclive a las alianzas
estratégicas y sus compromisos con políticos, ideológicos. En cambio el
sindicato, es decir, la COB, basa su existencia orgánica sobre vínculos de tipo
laboral y nada más, independiente de cuestiones de tipo ideológico o doctrinal.
La base del sindicato, está basada en la condición de dependencia del
trabajador. El Partido de la COB o de la clase trabajadora estructurada sobre
la base de la COB, porque fundamentalmente debe acoger a sus miembros por su
sola condición de tipo laboral, debe ser democrática y políticamente independiente, aunque en su seno
puede desarrollarse luchas ideológicas
importantes. Estas luchas internas, deben su acción al Partido que vive en los
Sindicatos. El sindicato no crea la ideología. La ideología entra al sindicato
desde afuera, por la acción del Partido. Por eso, pretender crear un Partido
desde la COB, o peor aún, sobre la base de la COB, sería incongruente con sus
objetivos institucionales. La lucha ideológica la debe desarrollar el Partido,
no el sindicato. La clase transita de su condición de clase en sí, a su
condición de clase para sí; pero el sindicato, como consecuencia de su
naturaleza democrática, en ningún momento puede tener vocación de Poder, so
pena de caer en desviaciones corporativistas. La COB no tiene unidad ideológica. Pretender
estructurar un Partido sobre su base, está buscando hacerle jugar un rol de
Partido que le es ajeno. Si vemos las cosas con puridad, no será ni siquiera un
buen aliado,, porque por su naturaleza democrática a la que hemos hecho
referencia tantas veces, no puede tener unidad ideológica y su acción estaría
sujeta a la circunstancialidad de sus cambios de dirección, de orientación
política de sus direcciones y conforme a las tendencias dominante. Si tenemos
en cuenta que el sindicalismo amarillo no parará en su objetivo de perforar a
la COB en su naturaleza de clase, el peligro de la desnaturalización del
Partido como expresión de la lucha de clases, puede también terminar por amenazar
a la COB. El Partido de la COB o
estructurado sobre la base de la COB, por su preponderancia sindical, debería sujetarse a la democracia interna
propia de las organizaciones laborales y la línea política se sujetaría a la
circunstancialidad de las mayorías o las minorías. En esta situación, incluso la Tesis Política
de la COB que no es otra cosa que la expresión de una tendencia dominante, hace
depender su realización y desarrollo,
sujeto a esa circunstancialidad y la orientación y composición de su
dirección orgánica y eventualmente, sujeta a la correlación interna de fuerzas.
El Partido de la COB o estructurado sobre la base de la COB obligaría a las
organizaciones de trabajadores, es decir, a los sindicatos, a afiliarse por
¿“disciplina sindical”, dejando de lado la cuestión de la lealtad a la línea
del Partido que no es una cuestión orgánica, sino ideológica?. Las
discrepancias alrededor de este proyecto, puede desencadenar al interior de la
COB, luchas internas y el fraccionalismo que pudiera empujar a algunos
sectores, a alentar el divisionismo y la aparición de Cobes paralelas con diversa tendencia política e
incluso oficialista. La organización del sindicato es permeable a la lucha de clases
y tendencias como consecuencia de su naturaleza de democracia obrera y su línea
política puede variar como consecuencia de esos cambios de estructuras internas
de dirección. En el Partido Revolucionario, no pueden ocurrir esas
eventualidades, porque el Partido tiene una línea ideológica y una estructura
de dirección que no puede alterar ni modificar la base ideológica como
consecuencia de los cambios en su dirección interna, salvo que estas
alternaciones o modificaciones se resolvieran como consecuencia de sus propios
mecanismos democráticos. El sindicato debe tener independencia ideológica
respecto de las políticas de la clase dominante. El Partido Revolucionario debe
desarrollar al interior de los sindicatos, una tenaz lucha para conquistar a
los trabajadores a las posiciones revolucionarias para comprometerlos
ideológicamente. El Sindicato no tiene necesariamente, coherencia ni
consecuencia ideológica porque su objetivo no es político, por lo menos en un
principio de la lucha, mientras no alcance el nivel de lucha ideológica: nos lo mostraron las elecciones presidenciales
de 1997 en que los sindicatos mineros de Siglo XX, lo más preclaro de la
vanguardia obrera que en 1972 aprobó la
Tesis Socialista, 15 años después, votaron
a favor de Hugo Banzer, que no hace muchos años atrás, era un tenaz enemigo de
los sindicatos obreros y sus direcciones
revolucionarias y que el 4 de noviembre de 1976, prohibió los sindicatos. En
cambio, en el Partido Revolucionario, la coherencia ideológica no solo que es
una condición, sino una necesidad porque es un elemento que garantizará que la
acción obedezca a un solo impulso y que el impulso tenga una dirección
consciente. El Partido cuya creación está propuesta en el Congreso de la COB, es decir sobre la base de
la COB, tendría una limitante traumante: por un lado, la línea del Partido y
por otra, la inconsistencia del
sindicato, como consecuencia de la presencia de determinadas fuerzas en su
composición interior. Tal como decimos, el sindicato está compuesto por personas
solo consideradas por su relación laboral, al margen de su tendencia ideológica
y por lo tanto, no se le puede pedir homogeneidad ni consecuencia con el
Partido. Lo mismo que pasa al interior de las organizaciones sociales que son
base del gobierno del MAS: las organizaciones sociales no pueden funcionar como
partido, porque son heterogéneas ideológicamente y solo un compromiso
circunstancial las ata a Evo Morales, compromiso que puede estar sujeto a la
presión de determinadas direcciones. El sindicato, que es una organización
democrática, es decir donde conviven diferentes tendencias y diferentes
ideologías, no puede ser homogéneo y sería una falsedad pretender asegurar al
Partido, una militancia constituida por trabajadores considerados solo en razón
de su actividad laboral, al margen de su ideología. Esa heterogeneidad,
terminaría por trasmitirse al Partido y la línea del Partido dependería de la
composición orgánica del sindicato. Para qué vamos a especular sobre la naturaleza
del sindicato como instrumento de defensa de los intereses económicos de los
trabajadores y el proceso político de maduración que la empujaría a buscar el
Poder por medio del desarrollo de la lucha ideológica, es decir, política; pero
el Partido revolucionario tiene como su objetivo histórico, la toma del Poder
como cuestión sine qua non, como una
cuestión fundamental, dentro del que la cuestión del salario o las condiciones
materiales del trabajo, son solo componentes del nuevo modo de producción basada en la
socialización de los medios de producción como medios para alcanzar los
objetivos estratégicos del socialismo: de cada cual conforme a sus capacidades,
a cada quien conforme a su trabajo.
El Partido vive en el Sindicato, porque es su medio de
relacionamiento directo con las masas de trabajadores; pero los trabajadores
sindicalizados, no son sino una parte, si bien importante, de los trabajadores,
porque además, hay otros trabajadores
sometidos de relación de subordinación a un patrón, que no son sindicalizados,
como algunos trabajadores intelectuales u otros de pequeños talleres; por eso el
sindicato no puede vivir en el Partido.
Sus objetivos históricos no son coincidentes. En las primeras épocas de la
revolución socialista, en sus primeros momentos, subsistirá la lucha de clase y
el Partido requerirá de los sindicatos
como un nexo de comunicación con las masas organizadas; pero el Partido, al
igual que el Estado, deberá extinguirse,
porque solo ambos solo se explican dentro de la sociedad dividida en
clases. Lo ideal sería que los
trabajadores y la izquierda revolucionaria, construyeran el Partido
Revolucionario que es una tarea que debe ser encarada, so pena de condenar a
los trabadores y al pueblo, a un nuevo período de frustraciones a que nos
someterá el masismo, sin la alternativa de una organización política que
presente al pueblo, un Nuevo Proyecto basado en el reconocimiento del
proletariado, como el guía y sostén del proceso de apertura a la construcción
del Estado Socialista, al frente de las clase media, los intelectuales, la
burguesía productiva y los campesinos.
Hemos vivido experiencias frustrantes con relación al Frentismo por el
frentismo, sin un Partido Revolucionario que vanguardice el proceso y que se ponga a la cabeza con un
programa clase y bien delineado. Solo la unidad alrededor de un programa
revolucionario garantizará a los trabajadores bolivianos un Estado de Dignidad
basado en el trabajo y la producción.
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