Este año se cumple el centenario
de la Revolución de Octubre, cuando los trabajadores, los soldados y los
campesinos pobres de Rusia se sacudieron siglos de opresión y humillación bajo
el zarismo, acabaron con el poder de la burguesía y los terratenientes, y
establecieron las bases para una nueva sociedad. Los gigantescos
acontecimientos que tuvieron lugar en Rusia entre febrero y octubre de 1917
conmocionaron al mundo entero porque fueron la demostración de que los esclavos
podían liberarse del yugo de sus amos, que las masas oprimidas podían organizar
la sociedad sin el concurso de sus explotadores.
La onda expansiva de la
Revolución de Octubre se sintió inmediatamente en todo el mundo: Alemania,
Austria, Hungría, Finlandia, Italia, Bulgaria, el Estado español, los países
coloniales… La clase obrera de todos los continentes fue contagiada por el
mensaje de Octubre y los bolcheviques, y apoyándose en su ejemplo crearon la
organización revolucionaria más importante que la historia haya conocido jamás:
La Internacional Comunista. ¡Nunca antes el capitalismo había estado tan
amenazado!
Cien años después, Octubre sigue
teniendo una enorme significación histórica para los trabajadores y jóvenes que
luchamos contra el orden capitalista. Las lecciones de aquella revolución deben
estudiarse a la luz de los acontecimientos del presente.
Octubre ha sido una de las gestas
más importantes de la humanidad por su carácter liberador y consciente. Por
primera vez en la historia, el objetivo de una revolución no fue perpetuar la
división de clases, la explotación económica o el Estado como instrumento de
opresión (como ocurrió con las grandes revoluciones burguesas), sino eliminar
esas reliquias de la sociedad clasista y crear las condiciones materiales y
culturales para un salto sin precedentes en la civilización.
Por eso fue tan extraño que en
octubre de 1917, hace de eso cien años, que triunfaría una revolución
marxista en el que era acaso el país del mundo con menos “condiciones
objetivas” para que algo así ocurriera, la Rusia decadente e infinita de los
zares, la “santa madre Rusia”. Una sociedad que era casi la negación
sistemática de todas las premisas que Marx y Engels prescribieron para el
advenimiento del comunismo.
Fue allí, sin embargo, donde una
minoría de ideólogos logró servirse de las circunstancias para “hacer” la
revolución, para consumarla dentro de los lineamientos de lo que luego, muy
pronto, se llamaría el “marxismo-leninismo”: la aclimatación, en Rusia, de la
teoría revolucionaria de Marx, su interpretación en ese contexto que casi la
negaba, y que fue posible sobre
todo gracias a la inteligencia de un hombre, Vladímir IlichUliánov, Lenin.
Conocer, estudiar, comprender las
lecciones de la revolución rusa de 1917 es una obligación para todos los que
luchamos por la transformación de la sociedad, sobre todo para quienes nos
consideramos comunistas.
La
inestabilidad social y política no pudo ser parada por el gobierno provisional,
de ideología moderada tras la destitución del zar. El nuevo gobierno había decidido
continuar en la 1ª guerra mundial, cosa que desagradaba al pueblo ruso,
además las derrotas en la guerra continuaban, por lo tanto el gobierno
provisional liderado por Kerenski se fue debilitando y para más INRI de éste el
protagonismo de los soviets fue en aumento hasta el punto de
organizar su primer congreso en junio de ese mismo año (1917).
Lenin,
el líder de los bolcheviques, volvió del exilio, y en las tesis de abril para
establecer el programa de las bases que había que seguir para lograr la
revolución comunista, las cuales eran:
·
Retirada de la guerra
·
Redistribución de la tierra
·
Control de las fábricas por los comités obreros
·
Autonomía para las nacionalidades
· Dar
el poder a los soviets
Los
bolcheviques prepararon una insurrección popular en julio, pero fracasaron y su
líder Lenin se vio obligado a exiliarse de nuevo.
En
septiembre el gobierno provisional también tuvo que hacer frente a un golpe de
estado del lado más conservador del ejercito liderado por el general Kornilov.
Por lo tanto el gobierno provisional se encontraba muy solo atacado tanto por
la derecha como por la izquierda.
En
octubre los bolcheviques intentaron nuevamente derrocar el gobierno provisional
de Kerenski y esta vez no fracasaron, así pues la noche del 24 de octubre del
1917, los soviets controlados por los bolcheviques, se apoderaron de los puntos
estratégicos de la capital. La caída del gobierno provisional se consumó
después del asalto al palacio de invierno el día 25 de octubre del 1917.
Inmediatamente
el gobierno revolucionario negoció la salida de la guerra, cosa consumada con
el tratado de Brest- Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918, decretó el
repartimiento de la tierra a los campesinos pobres sin indemnización para los
antiguos propietarios y se reconocieron las minorías nacionales.
Guerra civil y el comunismo de guerra
Al
comienzo del 1918 la revolución había triunfado, pero en amplias zonas de Rusia
el futuro era incierto. Los partidarios del Zarismo (Terratenientes, militares
de alta graduación, iglesia ortodoxa...) y los defensores del sistema político
liberal intentaron abortar la revolución por la fuerza.
El país quedo dividido y
enfrentado en dos bandos:
·
Los contra revolucionarios: Ejercito blanco
· Los
Bolcheviques: Ejercito rojo
Los contra
revolucionarios tenían la ayuda de las potencias extranjeras que se
oponían al nuevo régimen político, por el miedo que les daba que el ejemplo
ruso fuese imitado en otros países.
La
guerra civil duró tres años (1918- 1921) y acabo con la victoria de los
bolcheviques, principalmente por la tarea organizativa del ejército rojo.
Para
abastecer el frente y las ciudades durante la guerra, el gobierno adoptó una
política económica que se conoce con el nombre de comunismo de guerra, que consistió
en la nacionalización de la industria, la colectivización del campo y las
requisas de grano a los campesinos.
Durante
la etapa del comunismo de guerra se establecieron las bases del nuevo estado.
Lenin rompió definitivamente con el modelo de estado liberal burgués y lo
substituyó por la dictadura del proletariado, mediante la centralización de
todas las decisiones en manos de altos dirigentes del partido comunista. El resto
de partidos burgueses fueron prohibidos.
El
Partido Comunista de Bolivia V Congreso, como núcleo de la organización de la
conciencia revolucionaria de los trabajadores y de los pueblos y naciones
oprimidas de nuestro país, saluda militantemente el CENTENARIO DE LA GRAN
REVOLCION SOCIALISTA DE OCTUBRE, reafirmando nuestro compromiso indeclinable de
continuar en la lucha por la materialización de los objetivos estratégicos de
los trabajadores, practicando el internacionalismo proletario, y
solidarizándonos militantemente con la lucha antiimperialista en los países del
tercer mundo, y la lucha por la liberación nacional.
Partido Comunista de Bolivia
V Congreso
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