En
la era de los gobiernos liberales y conservadores, la clase dominante de
nuestro país utilizaba la “chequera contra chequera” para obtener el respaldo
electoral dentro de un sistema político tradicional caracterizado por el “voto
calificado” que excluía el derecho político de ser electores o elegidos a los
indígenas, analfabetos, y de los que carecían de ingresos económicos o de contar
bienes patrimoniales. Fueron tiempos donde
la clase dominante señorial, patronal, racista, segregador y colonial ignoraba
y despreciaba a la “gran mayoría” del país conformada por campesinos e
indígenas, por los pobres y desposeídos
que carecían de la categoría jurídica y política de ciudadanos, a diferencia de “una minoría” privilegiada
que usufructuaba el poder político.
Los
indigenistas que se llenan la boca de discursos rabiosos contra el imperialismo y dizque la
República de Bolivia monocultural, colonial y segregador, ahora incurren en las
mismas prácticas prebendales mañosas propias de las clases dominantes de los
tiempos del “liberalismo” y de los “conservadores”, con las que desde luego ya
nada les diferencia, ni siquiera el discurso desgastado y cacareado de “descolonización”
de hombres que utilizan el “sombrero
colonial”.
El
Decreto Supremo 1802 al violar los
principios constitucionales de la igualdad, inclusión y solidaridad con
relación a la exclusión y discriminación de los rentistas y jubilados al crear “Doble Aguinaldo”, revela la
irracionalidad de la política de la prebenda por parte de un gobierno que apuesta
por todos los medios a su alcance, para darle continuidad a la reorganización
del viejo Estado boliviano devenido en Plurinacional, para que sea más funcional y eficaz dentro
del sistema capitalista, con la que desde luego todas facciones de la
burguesía y los terratenientes están de
acuerdo. En lo que no están de acuerdo es que la facción de la nueva burguesía
emergente se perpetué en el ejercicio
del poder político, por tener sus propias aspiraciones e intereses. Aunque sí
debemos convenir que cuando el sistema capitalista se encuentra en peligro,
estas pueden incluso auto sacrificarse mediante renunciamientos de clase en
determinadas coyunturas para evitar la posibilidad de que se produzca una
revolución social. Así sucedió cuando la nueva fracción de la burguesía emergente, cuyos intereses se ensamblaron con los de las
gran burguesía y los terratenientes, llegaron a realizar el gran “pacto social”
para allanar la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado para
salvar la crisis del viejo Estado, caracterizado
por simples cambios de nombre del Estado, de sus órganos, instituciones e incluso el cambio
de nombre de los cargos públicos, cambio de leyes para que sean iguales o
peores que las anteriores, y lo más importante porque constitucionaliza el modo
de producción capitalista que subordina a los otros de carácter pre capitalista
bajo la denominación de “modelo de economía plural”, a lo que los ideólogos
pequeñoburgueses de pacotilla y negadores de la lucha de clases llaman el
socialismo comunitario.
Aun
está en la memoria colectiva de los trabadores y nuestro pueblo que en la época
de la dictadura banzerista, también fue instituida el “bono patriótico” (sueldo
catorce), con el propósito de quedar
bien con todos y ganar una popularidad que en realidad jamás pudo conseguirla,
porque la resistencia antifascista y democrática de los trabajadores y de
nuestro pueblo persistió inagotablemente hasta derrotar a la bestia parda y
restituir la plena vigencia de las libertades democráticas, políticas y
sindicales.
En
nuestros documentos anteriores caracterizamos al gobierno del “proceso de
cambio” como antiobrero, antipopular, anti indígena y antinacional. Lo ejemplos
sobran, como la jubilación del cien por cien para los sectores improductivos y
la jubilación del setenta por ciento para los trabajadores que son los que en
verdad generan las riqueza, la brutal masacre de indígenas en Chaparina (contra
un sector de nuestra sociedad a cuyo nombre dicen representar y gobernar).
El
gobierno responde a los intereses de todas las facciones de la burguesía y los terratenientes para preservar y mejorar el capitalismo, por eso defiende los
intereses de las transnacionales y el imperialismo, motivo suficiente de que los
ricos sean beneficiados con la política del gobierno del denominado “proceso
de cambio”; y los pobres continúan condenados a su condición depauperada. Por
eso el Fondo Monetario Internacional (FMI) felicita las veces al gobierno del “proceso de cambio” por su
política económica neoliberal o por ser un buen alumno. Esta institución financiera del imperialismo
en el pasado se caracterizó por sus recomendaciones e imposiciones de políticas
antinacionales, antipopulares y hambreadoras en contra de los pueblos de los
países del Tercer Mundo. Sin embargo hay quienes rayan en la ingenuidad y se
engañan, o pretenden hacerlo con nosotros para convencernos que los “chicos
malos” cambiaron y que ahora son muy buenos, que hasta son felicitados y
aplaudidos públicamente por estos. ¡Nada más falso! Habrá que recordar y no
olvidar jamás lo que la historia nos enseña sobre el viejo socialista Bebel, cuando la derecha lo aplaudía en el
Parlamento Alemán, el mismo dijo: “¿Que has dicho, viejo imbécil, que la
canalla te aplaude?”.
Los
trabajadores debemos exigir al gobierno que dice ser socialista y
revolucionario, y a sus dirigentes traidores de la Central Obrera Boliviana, el doble aguinaldo extensivo a todos rentistas y jubilados, extensivo a los trabadores sobreexplotados de
las Cooperativas Mineras, la jubilación
del cien por cien para todos los trabajadores al igual que los otros sectores
privilegiados por el gobierno, la restitución del aporte estatal y patronal
para una jubilación digna para todos los trabajadores, el aumento de sueldos y
salarios sin ninguna discriminación, el respeto del fuero sindical, el respeto
de la inamovilidad de los trabajadores en su fuentes de empleo, la
nacionalización de la áreas mineras entregados a las transnacionales y al nuevo
súper-Estado Minero Cooperativo, la no intromisión oficialista a la Central
Obrera Boliviana y los Sindicatos, el respeto a la independencia sindical y política de
los trabajadores frente al gobierno del viejo Estado.
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